Fecha: 1864, Septiembre, 23.
Referencia: AHPB, 1278/135: Ferran Moragas i Ubac, Tomo cuarto del protocolo de los instrumentos públicos, 1876, octubre, 3 – 1876, desembre, 30, f. 1758r-1787r.
Palabras clave:
Contenido: Ildefons Cerdà i Sunyer (1815-1876), natural de Centelles, vecino de Barcelona, entrega testamento cerrado al notario Ferran Moragas i Ubac. Nombra albaceas a su hermano Miquel Cerdà y a su primo Antoni Fàbregues, quienes decidirán sobre su sepultura. A continuación, nombra como curadores de sus hijas Josefa, Rosa y Sol a su hermano Miquel, a Ciril Franquet, a Josep Vidal, a Víctor Martí y a Laureà Figuerola. Deja diez mil reales a cada una de sus dos ahijadas, Clotilde Vilaprat i Cerdà y Petra Bosch i Carbonell, así como a la viuda del albañil de Barcelona que, bajo criterio de la Sociedad Económica de Amigos del País, haya acreditado mayor pobreza, virtudes conyugales y abnegación hacia los hijos de su marido. Instituye como herederas universales a partes iguales a las tres hijas mencionadas, junto con su hermano Miquel, con la intención que cuando muera se haga de sus bienes un “acervo común” destinado, principalmente, a la educación y formación de las menores. Como última disposición, expresa la voluntad que las hijas conmemoren su recuerdo en cada aniversario de su muerte mediante la lectura del testamento, para que mediten sobre su contenido y las causas que impulsaron a su redacción.
Contexto: Reproducimos, entera, el acta de apertura del testamento ya que permite entender los motivos sobre los cuales Cerdà pedía que meditaran a tres de sus hijas. Fue la viuda, Clotilde Bosch i Carbonell, quien mediante instancia judicial solicitó la protocolización y publicación del testamento. Ni a ella ni a su hija Clotilde Cerdà, nacida el 1862, se las mencionaba. El ingeniero la consideró siempre como hija ilegítima, aunque le dio su apellido. Justo en 1864, además, la esposa de Cerdà se había trasladado a Madrid poniendo fin a la convivencia entre el matrimonio. Sin embargo, a finales de los años ochenta, tanto la madre como las cuatro hermanas actuaron conjuntamente como herederas de Ildefons Cerdà para reclamar las cantidades que tanto el Estado como el Ayuntamiento de Barcelona le debían aún. Pero el pleito se resolvió a favor de las administraciones.