Fecha: 1450, Octubre, 22.
Referencia: AHPB, 174/4: Francesc TERRASSA, Quintum manuale, 6-VII-1450 / 21-X-1451, f. 14r.
Palabras clave:
Contenido: Antoni Pere Ferrer, abad de Santa María de Montserrat, diócesis de Vic, elige y crea el notario Domènec Arahull como notario de su abadiato y de todos sus lugares, tierras y propiedades, de modo que pueda recibir y autorizar cualquier tipo de actas, testamentos y escrituras, tanto judiciales como extrajudiciales. Se le determina el mismo salario que sus predecesores en el cargo de notario de la abadía. Domènec Arahull promete ejercer el oficio bien y legalmente, y así lo jura.
Contexto: El abad Antoni Pere Ferrer, natural de Barcelona y proveniente de la pequeña nobleza, se formó en el monasterio de Sant Cugat del Vallès y en la Universidad de Lleida. Ocupó diversos cargos eclesiásticos -prior de Santa María de Meià, pavorde mayor de la sede de Barcelona y abad de Sant Pere de Rodes- hasta que en 1450 fue nombrado abad del monasterio de Montserrat. En este año de 1450 -fecha del documento-, el abad Ferrer se encontraba en el sur de Italia con el rey Alfonso el Magnánimo. De hecho, fue el propio monarca quien consiguió que el papa Nicolás V lo nombrase abad de Montserrat. Inmediatamente, otorgó poderes a sus procuradores para que tomaran posesión de la abadía y, a continuación, ejerció una de sus prerrogativas como señor jurisdiccional eclesiástico, nombrar notario de la escribanía. Durante los años siguientes permaneció en Italia con el ánimo decidido de abolir la reforma iniciada en Montserrat a raíz de la llegada de monjes de Montecassino en 1443, que dividió la comunidad, lo que consiguió en 1455 del papa valenciano Calixto III. Y en 1456 promulgó unas nuevas constituciones para el funcionamiento del monasterio. En julio de 1458 fue elegido diputado eclesiástico de la Diputación del General para el trienio de 1458 a 1461 y, como tal, es considerado el 27º presidente de la Generalitat de Cataluña. Se significó políticamente, primero apoyando al príncipe de Viana en la pugna con su padre, el rey Juan II, y durante la Guerra civil catalana de 1462 apoyando a la Generalitat. Su posicionamiento político le pasó factura al acabar la guerra, momento en que fue declarado traidor y enviado en un barco a Provenza, donde no llegó nunca, ya que en 1471 murió en un naufragio.